miércoles, 11 de marzo de 2015

S.O.S.: ¡Una rabieta! ¿Qué hago? (I)

Seguramente ya hayas experimentado más de una rabieta y eso te bloquea y no sabes cómo actuar: no sabes si dejar que siga llorando mientras se te parte el alma o si, por el contrario, ir a calmarle y hablar con él.

Bien, pues hoy quiero contarte qué es lo que te recomiendo que hagas, no sólo porque evitarás tu sufrimiento, sino que también las rabietas desaparecerán.

Estos enfados tan repentinos, cuando los niños son pequeños, son totalmente normales. Están aprendiendo que algunas cosas que él quiere, se pueden hacer pidiéndolas de buenas maneras, pero otras no. 

No obstante, si no se trabaja la tolerancia a la frustración, las pataletas y los chillidos se pueden hacer cada vez más frecuentes, porque el niño verá que así consigue lo que quiere. 


Cuando tu hijo empiece una rabieta, yo te recomiendo que la ignores, si estás en casa o en un sitio conocido y su comportamiento no supone ningún riesgo para nadie. Ignorar significa no mirarle, no hacerle gestos, no hablarle y evitar el contacto físico con él. Como si no estuviera pasando nada en ese momento. 

Una vez que se haya calmado, refuerza su buen comportamiento y no hables de lo que acaba de pasar ni le sermonees. Haz como si no hubiera pasado absolutamente nada.

Ten en cuenta que el niño, al principio, incrementará la intensidad de la rabieta porque ve que no le haces ni caso o buscará a otra persona que haga lo que él está pidiendo, hasta que finalmente bajará esa intensidad porque comprobará que, efectivamente, la rabieta no cambia nada. 

Es muy importante que no te rindas en este paso y cedas. De lo contrario, el niño habrá visto hasta qué punto tiene que llegar para que le hagas caso.  Por tanto, empieza a ponerlo en práctica en un momento en el que tengas la situación controlada. 

Te lo cuento mejor desde mi experiencia: en una ocasión, estaba con un niño, cenando en la cocina y me pidió que quería cenar en el salón. Le dije que no se podía porque se iba a manchar el salón y entonces empezó a suplicármelo, a llorar y a enfadarse mucho. 

En ese momento, se me puso el corazón en la garganta, pero sabía que no debía ceder y lo único que hice fue ignorarle. Como si no estuviera pasando nada. 

Empezó entonces a mover las sillas de la cocina de un lado a otro y, como no ponía en peligro nada ni a nadie, dejé que las siguiera moviendo. Finalmente, aceptó que había que cenar en la cocina. 

Cuando se calmó, le reforcé, le hice caso, le ayudé a cenar y le dije que después de cenar veríamos en el salón un trocito de una serie que le gusta. 


Bien, pues cuando se te dé esta situación, quiero que pongas en marcha esta técnica. Sé que suena duro, que pensarás de todo y se te partirá el corazón y que, sobre todo, hay que tener mucha paciencia. 

Pero piensa que, una vez lo apliques, las rabietas serán menos frecuentes y menos intensas, le estarás educando y el niño sufrirá menos porque dejará de utilizar las rabietas para conseguir lo que quiere, por lo que merece la pena el esfuerzo. 

Como te he dicho antes, es normal también que un niño pequeño tenga estos enfados, porque le estás imponiendo unas normas que está tratando de asimilar (recuerda por qué son tan necesarias las normas y los límites aquí), por lo que... hay que tener paciencia

Déjame tu comentario más abajo y cuéntame tu situación y qué tal te ha funcionado. ¡Quiero escucharte!


Un abrazo,


Marta

lunes, 2 de marzo de 2015

El viajero del mundo desconocido

¿Por qué los niños necesitan unos límites y unas normas?

Quiero que te pongas en el lugar de tu hijo, y para eso, nada mejor que usar la imaginación.

Imagínate que te encontraras en un país en el que no conoces a nadie, ni su lengua ni su cultura. No conoces absolutamente nada. En ese momento de incertidumbre, ¿qué necesitarías a toda costa?

Un guía, ¿verdad?

Una persona que te cuente sobre qué visitar allí, dónde hospedarte,… pero también, y sobre todo, qué puedes y qué no debes hacer, cuáles son sus costumbres, qué comportamientos tuyos podrían, en determinados casos, considerarse ofensivos, cómo debes saludar y despedirte, cómo debes pedir las cosas,… y todo, para encajar en esa sociedad que no conoces.


Recuerdo cuando fui a Marruecos hace un par de años. Subí a un taxi y, al llegar a mi destino, me cobró básicamente lo que quiso. Yo no sabía que allí los taxistas tienen la costumbre de cobrarte lo que les parece bien. ¡A mí ni se me hubiera ocurrido! 

Hubiera agradecido enormemente que alguien me lo hubiera contado, así yo ya hubiera sabido que tengo que acordar un precio antes de subir al taxi y no hubiera tenido que pagar al primer taxista todo lo que me quiso cobrar.

Pues lo mismo les pasa a los niños. Ellos han “aterrizado” en una sociedad con unas normas que no conocen, que no saben qué está bien y qué no, ni cómo tienen que pedir las cosas o decir que no quieren algo,… No nacen sabiendo cómo deben desenvolverse en este mundo, y, por eso, desde chiquitines, no hacen más que experimentar para intentar saber donde están los límites de cada cosa.

Y nosotros, desde el momento en el que hemos decidido ejercer el rol de padres y educadores, somos esos guías que debemos enseñarle todo esto. Enseñarles qué comportamientos son aceptables y cuáles no, para que ellos aprendan a crecer conviviendo con otras personas, tanto dentro como fuera de casa.

Poner límites significa, ni más ni menos, que establecer una guía sobre lo que debe y no debe hacer. Los límites le enseñan a tener buenos hábitos, y también le dan seguridad y tranquilidad, al saber cómo debe comportarse en cada situación.

Vuelve a imaginarte en ese lugar que no conoces y que te imponen alguna norma que va en contra de lo que tú quieres hacer. Imagínate que quieres salir por la noche a tomarte algo, pero te dicen que no puedes salir del hotel. Sin más.

Dirás “pero si es que no voy a hacer nada más que tomarme algo y dar un paseo, ¡¿por qué no voy a poder?!” En ese momento te enfadas porque no entiendes nada, no le encuentras la lógica.

Necesitas una explicación a esa norma para poder “encajarla” y adaptarte mejor. Las normas no se hacen porque sí. Probablemente, el sitio sea peligroso por la noche y por eso no puedes salir. Pero si no lo sabes, no le puedes dar un sentido a esa norma.

A pesar de esa explicación, también necesitas un tiempo para asimilar esta norma que va en contra de lo que tú quieres y de lo que tú estás acostumbrada a hacer.

Pues ahora ponte en el lugar de tu hijo. Es la misma situación, pero además, él no tiene la misma capacidad de razonamiento que tú, ni esa tolerancia a la frustración tan desarrollada como tú, por una cuestión de edad y de desarrollo evolutivo.




Por eso, hay que intentar ayudarles a entender el mundo en el que viven, al igual que han hecho con nosotros. Ya sé que todo esto implica mucho esfuerzo y que es necesario sacar paciencia de debajo de las piedras, sobre todo cuando son chiquitines, pero realmente el niño generalizará fantásticamente lo que les vayas enseñando a otras situaciones parecidas.

Tómate tu tiempo y reflexiona sobre todo esto. ¿Crees que tu hijo tiene unas normas claras y concisas sobre lo que puede y no puede hacer, tanto dentro como fuera de casa?

martes, 24 de febrero de 2015

¿Por qué debes evitar el castigo?

Seguro que alguna vez has castigado a tu hijo/a por su mal comportamiento sin jugar, le has quitado algún privilegio que tuviera o le has mandado a su habitación. ¿No?

Bien, pues hoy quiero hablarte de por qué esa no es la primera opción para cambiar el comportamiento de tu hijo/a. Además de quedarte sin “recursos” con los que castigarle, él no va a cambiar.

¿Por qué crees que vuelve a hacer aquello por lo que le castigas?

A pesar de que se utilicen mucho porque son fáciles de poner y genera cierta tranquilidad, los castigos son menos efectivos a largo plazo que los refuerzos.

Es cierto que deja de hacer al momento lo que estaba haciendo, pero con el castigo no le estás dando ninguna herramienta para que sepa qué es lo que debe hacer entonces.

Con el castigo, solamente le estás diciendo a tu hijo “no hagas esto”, sin darle otra alternativa para comportarse que te guste y premiarle por ella.

Además, crea sentimientos negativos como la rabia o la frustración, aumenta la rebeldía y transmiten mensajes que minan la autoestima. Tú acabarás enfadándote y, en definitiva, empeorará vuestra relación y se creará un “mal rollo” en casa.

Tu hijo/a no va a cambiar a base de castigos, porque no sabe cómo tiene que cambiar, qué es lo que debe hacer y, en muchas ocasiones, qué es lo que debe cambiar.

Algunos niños, sobre todo a los que se les castiga continuamente, acaban perdiendo la razón por la cual han sido castigados, pues es cuestión de rutina y nada más.

Por todo esto, debes evitar utilizarlo.

Para esta semana, te propongo que le des la oportunidad de que conozca qué comportamiento no te gusta y cuál es el alternativo que te gustaría que hiciera (y si  lo hace, pidiéndoselo o de forma espontánea, prémiale por ello).

Cambia el castigo por conocer por qué no quiere hacer lo que le pides, analízalo (¿es por llamar la atención?, ¿es porque quiere algo ya mismo?, ¿es porque no le apetece?), e intenta llegar a una solución para que lo haga sin pasar por el castigo.

Pero si no queda otra, aplícalo siguiendo estos consejos:

  • Hazle saber ante qué comportamiento va a recibirlo y cuál será la consecuencia.
  • Dale dos oportunidades (si  no es un comportamiento agresivo o que implique peligro de algún tipo) y a la 3ª vez que lo haga, aplícalo sin ablandarte y levantar el castigo.

Cuéntame qué te ha parecido mi propuesta de esta semana, y si te ha funcionado. ¡Quiero escucharte!

Un abrazo fuerte,


Marta

lunes, 16 de febrero de 2015

¿Sabes cuál es el mejor refuerzo para tu hijo/a por su buen comportamiento?

Si recuerdas, la semana pasada te hablé los tipos de refuerzos que había y te pedí que hicieras un ejercicio para tomar conciencia sobre tus actos, para comprobar si estabas reforzando el comportamiento de tu peque que sí te gusta, pero también, sin quererlo, el que no te gusta (si no tuviste la oportunidad de leerlo, haz clic aquí).

Bien, pues hoy te voy a hablar del mejor refuerzo que le puedas dar a tu peque, que es tu atención.  

Verás, los refuerzos, en contra de lo que generalmente pensamos, no son solo materiales, sino que también hay refuerzos (o premios) sociales, como la sonrisa, el reconocimiento, los halagos, la atención, etc. De hecho, son los que mayor efecto tienen sobre el comportamiento de las personas. 

¡Qué bien te sienta que tu jefe, tus compañeros,… te digan que has hecho muy bien tu trabajo, qué contento/a te vas a casa y qué orgulloso/a estás de ti mismo/a! Te sube la moral, ¿verdad? Pues eso es, ni más ni menos, que un refuerzo social. Volverás a hacer el trabajo muy bien para que vuelvan a reconocértelo.

En el caso de los niños, pasa exactamente lo mismo. Si tú le reconoces que ha hecho bien una tarea, tu hijo volverá a hacerlo de la misma manera para que vuelvas a decirle que lo ha hecho genial, porque eso le encanta.

El mayor refuerzo que le puedes dar a tu hijo es tu atención.

Esta frase grábatela con fuego en la mente. Un niño quiere y necesita que tú le prestes atención. Al fin y al cabo, todos necesitamos sentirnos queridos y recibir atención por parte de las personas que nos importan. ¿No?

Ahora bien, hay que saber cuándo debe recibir atención y cuándo no, porque, como te he dicho antes, la atención tiene una enorme función reforzadora.   

¿Qué haces cuando tu hijo se porta mal?

En muchas ocasiones, los niños se portan mal porque quieren, entre otras cosas, conseguir tu atención para que estés con él o con ella.

Y esto es así porque muchas veces (por no decir siempre), de forma no intencionada, atendemos a comportamientos que no nos gustan, ya sea poniéndole un castigo o dándole un discurso de por qué está mal lo que ha hecho.

El caso es que al final el niño ha captado tu atención, y has dejado de hacer lo que estabas haciendo por ir a atenderle. 

¿Qué pasa entonces? Pues que el niño recibe esa atención (aunque sea para castigarle) como un refuerzo, por lo que, sin querer, estamos premiando ese comportamiento. 

Ya sé que suena contradictorio, porque cuando te diriges a tu hijo es para regañarle y no para premiarle, y eso él lo tiene que ver como algo negativo. Pero muchas veces no es así.

Sé que ahora estarás en el punto de: “Vale, muy bien… ¿Y entonces qué? ¿No le regaño por las cosas que hace mal?”  No, ni mucho menos. Debe saber que lo que ha hecho, está mal.

Sin embargo, en ocasiones, acabamos prestando más atención a lo que hace mal que a lo que hace bien, ya sea porque no nos demos cuenta o estemos cansados. Por tanto, tu pequeño ve que portándose mal, acabará recibiendo tu atención, y eso a él le encanta, al fin y al cabo.

Se siente protagonista y pensará, "¿por qué voy a cambiar este comportamiento si recibo un premio por él?"

Hoy te animo a que, en esta semana, hagas un pequeño esfuerzo, e identifiques dos comportamientos: uno que haga tu peque que no te guste y otro que te guste y sea alternativo e incompatible con ese que te desagrada. 

Cuando haga el comportamiento que te gusta, prémiale, aunque aparentemente no muestre ninguna señal de que le importe. Esto disminuirá, al menos, su mal comportamiento, además de ayudarle a crearse una buena autoestima.

Sé que estarás pensando: ¿y eso cómo lo hago?” Te pongo un ejemplo para que se entienda mejor. 

Imagínate que tu hijo te monta una rabieta cada vez que quiere salir al parque y no se puede, pero un día, por el motivo que sea, no se enrabieta cuando le dices que no es posible.

Es, en ese momento, cuando debes felicitarle y decirle que TE ENCANTA cuando se comporta así. Eso, a tu hijo, le encantará escucharlo, y repetirá su buen comportamiento para volver a recibir ese reconocimiento. 

Puedes premiarle jugando un ratito con él en casa. El premio, obviamente, tiene que ser algo que a él le encante recibir. Pero, sin duda, la atención es el mejor reforzador. 

Eso lo que hará es que piense que para llamar tu atención no es necesario portarse mal, porque reconoces y prestas atención a aquello que hace bien. 

¿Bien? ¡Pues a ponerlo en marcha!


Déjame tu comentario y cuéntame qué te parece la propuesta que te hago y si te ha funcionado.


Un fuerte abrazo :)




Marta

martes, 10 de febrero de 2015

¿Qué son los refuerzos?¿Cómo los utilizamos?

¡Hola! ¿Cómo ha ido el fin de semana?

Hoy es la primera publicación de esta nueva etapa del blog de Leluca y, no te voy a engañar, estoy un poco nerviosa, porque quiero que te guste lo que te cuente y espero que te resulte interesante. 

Hoy quiero hablarte de un mecanismo psicológico que ponemos en marcha todos los días, de manera consciente o inconsciente, y que es muy básico en psicología: el refuerzo.

¿Sabes lo que es el refuerzo? Es, básicamente, premiar a una persona por algún comportamiento. 

¿Crees que no lo usas diariamente? Después de leer esto, reflexiona sobre ello, y te darás cuenta de que sí lo haces. De manera inconsciente, lo usamos prácticamente en todo momento. 

Aunque no quiero darte una clase magistral de refuerzos, sí quiero explicarte algo muy sencillo que te ayudarán a entender por qué digo esto. 

Hay dos tipos de refuerzos: positivos y negativos.

Los positivos consisten en dar algo a tu hijo por algún comportamiento que haya tenido, haya sido bueno o malo.

Por ejemplo, si se ha portado bien en el médico, y después, por su buen comportamiento, le compras un cuento o veis juntos una película que le guste, le estás premiando ese comportamiento en el médico.

Pero también le estás reforzando, aunque lo hagas sin querer, cuando empieza a corretear por el supermercado, y le das un caramelo para que se tranquilice.

Y los negativos los utilizas cuando, ante un comportamiento bueno o malo, tú le premias quitándole algo que le desagrada.

Por ejemplo, si tu peque se ha portado bien y le premias sin tener que recoger él todos los juguetes, entonces le estás reforzando ese comportamiento.

Pero también si a tu hijo no le gustan las verduras y te monta una rabieta cada vez que se las pones en el plato, y entonces tú se las quitas dándole otra cosa para comer, le estás reforzando también su comportamiento.

Cuando reforzamos un mal comportamiento, sin pretenderlo, con nuestros actos le estamos diciendo "si te portas mal, te doy un premio", es decir, "si corres por el supermercado, te doy un caramelo" o "si montas una rabieta, te libras de comer las verduras".

Por ello, es muy importante que seamos muy conscientes de nuestros actos, ya que, con ellos, aunque no nos demos cuenta, estamos potenciando comportamientos y actitudes de nuestros hijos, tanto los que nos gustan como los que no.

Durante esta semana, vamos a tratar de ser muy conscientes de nuestra forma de actuar en relación con nuestros peques, para darnos cuenta de los mensajes que les estamos enviando, y así evitar enviarles aquellos que puedan confundirle.

La próxima semana veremos alguna estrategia que podemos utilizar para potenciar el buen comportamiento de nuestros peques y reducir el que no nos parezca tan adecuado.

Déjame tu comentario más abajo. Cuéntame si te ha gustado la publicación, si crees que envías mensajes contradictorios o no, qué mensajes son esos y en qué situaciones, etc. ¡Quiero escucharte!


Un abrazo,


Marta

P.D.: Si quieres inscribirte a la newsletter y enterarte de todos mis consejos sobre psicología infantil, haz click aquí.

lunes, 2 de febrero de 2015

Me encantaría charlar contigo cada semana

¡Hola!

¿Qué tal estás? ¿Qué tal ha ido el fin de semana? Espero que hayas descansado y repuesto energía positiva para esta semana que entra.
Hoy te escribo porque tengo una novedad que contarte. 
Soy Marta, la directora y fundadora de Leluca, y me encantaría que, desde hoy, tengamos una cita semanal en este blog. 

Compartiré contigo mis conocimientos relacionados con la psicología de los niños y te daré consejos sobre la infancia, para que puedas aplicarlos en tu día a día. Hablaré, entre otras cosas, sobre:
  • El por qué de determinados comportamientos de los niños
  • Qué hacer cuando se portan de una forma o de otra
  • Las formas más comunes de educar
  • Los beneficios que tiene poner límites a nuestros peques
  • Los miedos de los niños y cómo ayudarles a superarlos
  • Técnicas para ayudarles en su aprendizaje
  • El ocio infantil: la importancia del juego en la infancia, actividades y planes que podéis hacer juntos

Te preguntarás: “¿y por qué quieres compartir esto?”

Te cuento. Siempre, desde pequeña, me han encantado los más pequeños. Me parece que su mundo es muy apasionante y muy divertido. Me encanta estar rodeada de niños, y que me contagien su magia y su entusiasmo por la vida. 

Por eso, al acabar el bachillerato, decidí hacer la carrera de Psicología con la idea de enfocarme en el mundo infantil y, por esto mismo, también creé Leluca. 

Durante este tiempo, he estado participando en varios voluntariados para ayudar a mejorar la calidad de vida de los niños con autismo y en riesgo de exclusión social, que me han hecho crecer, personal y profesionalmente, y adorar más, si cabe, el mundo infantil. 

Actualmente, además de continuar con las animaciones de las fiestas infantiles, estoy haciendo un máster en Psicología Infantojuvenil. Y a raíz de lo encantada que estoy con él y de lo tantísimo que estoy aprendiendo, quiero compartir mis conocimientos contigo (que, por cierto, están muy bien valorados) y enseñarte  “truquillos” que pueden funcionarte para el día a día.

Si me sigues, verás que mis propuestas no son nada teóricas, sino que te daré ideas que te ayudarán a conocer mejor a tus hijos, comprenderles, educarles para vivir en sociedad, y a ayudarles a crecer sintiéndose felices y queridos. ¡Apúntate aquí de forma totalmente gratuita!

Y, para terminar, quiero dejarte un vídeo muy bonito que te invitará a reflexionar sobre el papel de los padres sobre los hijos. 

Después de verlo, cuéntame más abajo si te ha gustado. 





Nos vemos cada semana aquí, en el blog de Leluca. 
Que tengas un buen día :)

Un fuerte abrazo,


Marta

PD.: A pesar de que el vídeo esté dirigido a los padres, nos podemos dar por aludidos todos los educadores y personas que trabajan con la infancia.

jueves, 4 de diciembre de 2014

PROMOCIÓN INVIERNO 2014-2015



Queremos celebrar la llegada de la Navidad contigo,
ofreciéndote estas increíbles ofertas.
No importa cuándo sea el cumple de tu peque,
podrás beneficiarte de ellas reservando ahora.
¡No las dejes escapar!



En ambas promociones, se incluyen las invitaciones.

Y si quieres organizar tu fiesta en el local, te lo decoramos totalmente GRATIS. 

Reserva ahora llamando al 665 634 568 o enviando un e-mail a eventos@leluca.es.

Promoción válida hasta el 18 de enero.
La merienda incluye: refrescos, patatas, gusanitos y tarta para compartir, y zumo y sandwich para cada niño.
A domicilio: si la fiesta se realiza a más de 25 km del km 0, se abonará un suplemento de 10€/animadora.